Se dice que
las segundas versiones muchas veces resultan ser malas versiones de la primera
y original. Bueno, aquí el desafío es doble entonces: por un lado darle otra
vez vida a este blog; y por otro que la segunda versión de esta nota sea tan
buena como la primera (¡modestia aparte!).
Algunos
artículos recientes en los medios y el inicio de un nuevo semestre de #Macro1UC,
fueron las excusas perfectas para actualizar la regresión de los determinantes
macro de la pobreza.
En el
primer artículo del 26 de julio de 2016 (1), un periodista del diario ABC Color
entrevista al respetado Econ. Cesar Barreto (Ex Ministro de Hacienda), quien
alerta –sin mostrar evidencia- que el crecimiento actual del 3,5% o hasta 4%
anual es insuficiente para sostener el ritmo de reducción de la pobreza de años
pasados, cuando la economía crecía al 5% anual.
Coincidente
con la misma preocupación, el editorial del diario Ultima Hora del 8 de agosto
de 2016 se titulaba “Que el menor crecimiento económico no afecte a la gente”
(2). En el editorial se afirma que el crecimiento por sí solo no conlleva a
mejoras en el ámbito social, aunque reconoce que es una condición necesaria
para crear empleos, al tiempo que insta al Gobierno a implementar medidas para
evitar que el menor crecimiento económico resulte en peores condiciones de
vida.
Con un
enfoque más amplio, la Dra. Verónica Serafini sostiene en la reciente edición
de la Revista Economía y Sociedad (3) que los avances económicos permitieron
reducir la pobreza de ingresos y la desigualdad, pero que todavía queda un
estrato de población vulnerable que puede sufrir retrocesos en sus estándares
de vida. Correctamente la Dra. Serafini señala algunos determinantes duros que
todavía necesitan mejorar para reducir la vulnerabilidad social.
Asimismo, en
un artículo del diario La Nación denominado “El buen desempeño macro también
llega a la microeconomía” (4), se cita a economistas del Gobierno y del sector
privado, quienes esperan que la reciente mejora de indicadores macro llegue a la
microeconomía de la gente.
Todos estos
artículos comparten una cierta preocupación sobre el riesgo de que la
desaceleración del crecimiento económico signifique un cambio en la tendencia
de reducción de la pobreza en el Paraguay. El ratio de la cantidad de personas
pobres en relación a toda la población se redujo a una tasa promedio del 5,6%
anual en el periodo 2003-2015.
Después de más
de diez años de sostenido crecimiento y reducción consecuente de la pobreza,
hoy ya no se cuestiona que el crecimiento macroeconómico llega a los ingresos microeconómicos
de las familias. La preocupación ahora pasa por determinar si este nuevo ritmo
de crecimiento –de mantenerse- será suficiente para seguir reduciendo la pobreza.
En la
primera versión de esta nota la idea fue probar que la macroeconomía si le llegó
a la microeconomía (¡misión cumplida!) y en esta segunda versión el desafío es
probar que un crecimiento económico del 3,5% anual seguiría reduciendo la pobreza,
pero posiblemente a un ritmo menor.
En esta
segunda versión les ahorro la explicación conceptual del modelo, lo cual fue
suficientemente abordado en la primera versión. La regresión actualizada –ver
gráfico- muestra tan buenos resultados como su primera versión (hay cointegración,
signos correctos, buen ajuste, errores con distribución normal, homcedasticos,
sin autocorrelación, etc.).
Fuente:
@HArielCol
Y lo más
interesante es que el parámetro asociado al crecimiento económico resulta
mayor. Por cada 1% adicional de crecimiento económico la cantidad de pobres se
puede reducir en 1.46%, lo cual significa que el crecimiento económico ha sido
pro-pobre. Es decir, que el crecimiento económico fue excepcionalmente bueno
para reducir la pobreza, por lo que esta última se ha reducido –ceteris
paribus- más que proporcionalmente al crecimiento económico.
El
coeficiente de la sensibilidad de la pobreza a la inflación se mantiene estable
o estadísticamente igual a la primera versión, mientras el coeficiente
relacionado a la distribución se ha reducido. Esto último puede deberse por el
peso de los últimos datos, donde la desigualdad ha mostrado escaso cambio, con una
pobreza que siguió bajando, explicada por el mayor crecimiento y la baja inflación.
Ahora el
ejercicio novedoso en esta segunda versión es simular que pasaría si la
economía crece al 3.5% anual de manera permanente o un magro 1,5% anual. En este
ejercicio se supone que la inflación se mantiene en 4.5% anual, conforme a la
meta oficial, y que la desigualdad se mantiene igual. Del ejercicio de
simulación se puede concluir que la pobreza podría seguir descendiendo con una
tasa de crecimiento económico del 3.5% anual (Base), pero ciertamente con una
pendiente menor en relación a los años anteriores, que se traduce en una tasa
promedio de reducción de solo 3% anual (llegando el ratio de pobreza a 16% en
el 2025).
Si el
crecimiento económico se redujera al 1.5% anual (Simulación), la pobreza se estancaría
en el 21% de la población en el mediano plazo, por lo que una tasa de
crecimiento económico inferior al 1.5% resultaría probablemente en un aumento
de la pobreza.
Aunque los
parámetros pueden cambiar hacia delante, un escenario
de crecimiento inferior al 1.5% es poco probable en la perspectiva actual. Pero, reducir la pobreza a un
ritmo más lento no es viable social ni políticamente, por lo cual habrá que aplicar
políticas públicas que promuevan el crecimiento, por ejemplo mediante la
movilización del ahorro interno hacia la inversión. Así también, se debe profundizar
aquellas políticas públicas que mejoren los determinantes duros de la pobreza,
como la educación, la salud, entre otras. Con
profundizar me refiero a destinar más recursos a estas áreas, pero también
mejorar la eficiencia y focalización de los mismos.
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